Un pequeño proyecto, situado en Fradellos de Aliste. En Aliste los parajes suelen tener una altitud de 800- 900 metros con gran contraste térmico, los suelos son pizarrosos (pizarra, cuartita y granito), elementos que marcan el carácter del vino. La variedad Mencía, Palomino, Tempranillo y Garnacha son las más plantadas, conviven todas mezcladas en el mismo viñedo. La característica común de las viñas de Aliste es que están repartidas en pequeñas parcelas y en diferentes parajes y pueblos.

Desde los años 60 muchos viñedos fueron abandonados a causa de la fuerte emigración que sufrió la población de Aliste. En mi mente aún conservo el olor de cuando entraba en la bodega de mis abuelos, un olor a “bagazo” algo inconfundible a madera, a tierra, a pertenencia al pueblo. En la década de los ochenta mi padre Juan José López regresó al pueblo y retomó el cuidado de la viña y de los castaños.

Entiendo que la viña tiene que estar tratada con productos naturales sin recurrir al empleo de abonos químicos ni a la utilización abrasiva de insecticidas. Porque, en definitiva, el vino es un alimento y ya Hipócrates, dijo: “Que tu medicina sea tu alimento, y el alimento tu medicina”.

Con varios vinicultores de Aliste y Tábara hemos creado una asociación de productores “Vinos de la Sierra de la Culebra”.

Desde la ilusión por elaborar vino de "pueblo” y de calidad, me gustaría que conseguir un nicho de mercado entre la gente Joven, como bebida de ocio y socialización.

¡Beber en compañía es alegría!

Un pequeño proyecto, situado en Fradellos de Aliste. En Aliste los parajes suelen tener una altitud de 800- 900 metros con gran contraste térmico, los suelos son pizarrosos (pizarra, cuartita y granito), elementos que marcan el carácter del vino. La variedad Mencía, Palomino, Tempranillo y Garnacha son las más plantadas, conviven todas mezcladas en el mismo viñedo. La característica común de las viñas de Aliste es que están repartidas en pequeñas parcelas y en diferentes parajes y pueblos.

Desde los años 60 muchos viñedos fueron abandonados a causa de la fuerte emigración que sufrió la población de Aliste. En mi mente aún conservo el olor de cuando entraba en la bodega de mis abuelos, un olor a “bagazo” algo inconfundible a madera, a tierra, a pertenencia al pueblo. En la década de los ochenta mi padre Juan José López regresó al pueblo y retomó el cuidado de la viña y de los castaños.

Entiendo que la viña tiene que estar tratada con productos naturales sin recurrir al empleo de abonos químicos ni a la utilización abrasiva de insecticidas. Porque, en definitiva, el vino es un alimento y ya Hipócrates, dijo: “Que tu medicina sea tu alimento, y el alimento tu medicina”.

Con varios vinicultores de Aliste y Tábara hemos creado una asociación de productores “Vinos de la Sierra de la Culebra”.

Desde la ilusión por elaborar vino de "pueblo” y de calidad, me gustaría que conseguir un nicho de mercado entre la gente Joven, como bebida de ocio y socialización.

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